En los círculos de Silicon Valley, un nombre resuena con creciente inquietud entre los altos ejecutivos de inteligencia artificial cuando se les pregunta por su rival americano más temido: Google. El gigante de las búsquedas, que hasta hace poco parecía haberse quedado rezagado en la carrera por el dominio de la IA tras la irrupción de ChatGPT, ha despertado de forma contundente. La combinación de talento científico, un acceso sin parangón a datos masivos y flujos de ingresos consolidados tiene a sus competidores, especialmente a OpenAI, en vilo.
La pugna actual se libra en la próxima generación de las búsquedas, un futuro donde la IA promete respuestas más rápidas, inteligentes y contextualizadas. El premio no es menor: seguir siendo la puerta de entrada digital para gran parte del mundo.
El ecosistema actual como pilar
La estrategia de Google no es solo una promesa futura; se cimienta en el control férreo de su ecosistema actual. Las actualizaciones del Sistema Google de noviembre de 2025 son un claro ejemplo de cómo la compañía refuerza su plataforma mes a mes. Estas actualizaciones, que abarcan desde los servicios de Play hasta Android TV y el propio sistema operativo en móviles y coches, no solo mejoran la estabilidad, sino que integran nuevas capacidades.
Este mes, por ejemplo, se introducen mejoras significativas en la gestión de cuentas, como una información más clara en los controles parentales al bloquear la app Gemini, y se optimiza la sección de almacenamiento en los ajustes de Google. En el ámbito de la seguridad, destaca la implementación de una experiencia de vídeo en directo integrada durante las llamadas de emergencia. Incluso la Play Store se refina, permitiendo a los usuarios desinstalar aplicaciones en sus dispositivos de forma remota y ofreciendo un nuevo centro de suscripciones para ver los Puntos Play acumulados.
La ambición futura: IA en el espacio
Pero la visión de Google trasciende su infraestructura terrestre. La compañía ha revelado el Proyecto Suncatcher, su última gran apuesta “moonshot”, que busca una solución radical a las crecientes limitaciones energéticas de la IA: ejecutar las cargas de trabajo de aprendizaje automático directamente en el espacio.
El proyecto, detallado en una publicación el 4 de noviembre, prevé constelaciones de satélites en órbita terrestre baja heliosíncrona. Estos satélites, equipados con los chips de IA personalizados de Google, funcionarían como un centro de datos distribuido, alimentados por energía solar casi continua. “En órbita, los paneles solares pueden ser hasta 8 veces más productivos que en la Tierra”, señala Travis Beals, director senior del proyecto. “En el futuro, el espacio puede ser el mejor lugar para escalar la computación de IA”.
Los desafíos de la conquista orbital
Evidentemente, el proyecto se enfrenta a retos inmensos. Google ya ha probado sus chips TPU Trillium sometiéndolos a haces de protones, descubriendo que son sorprendentemente resistentes a la radiación esperada en una misión de cinco años, aunque la fiabilidad a largo plazo sigue siendo una incógnita.
La viabilidad de Suncatcher depende, además, de una caída drástica en los costes de lanzamiento. Los análisis de Google proyectan que los precios deben caer a “menos de 200 dólares por kilogramo para mediados de la década de 2030”, una cifra ambiciosa que depende del éxito continuado de empresas como SpaceX.
El músculo financiero que lo une todo
Aquí es donde la posición de Google se vuelve formidable y conecta sus operaciones terrestres con sus ambiciones espaciales. A diferencia de rivales como OpenAI, que queman efectivo y deben buscar constantemente nueva financiación, Google posee un negocio principal masivo y altamente rentable. Los ingresos generados por la Búsqueda, Chrome y el omnipresente ecosistema Android (que se actualiza sin cesar) financian este ritmo agresivo de desarrollo.
Google no solo está alcanzando a la competencia con modelos propios como Gemini y Veo, sino que posee una ventaja de distribución inigualable. Con este músculo financiero, puede permitirse tanto las actualizaciones incrementales de su sistema como proyectos visionarios como Suncatcher. De hecho, algunos analistas sugieren que Google podría usar sus ganancias de búsqueda para ofrecer Gemini de forma gratuita o casi gratuita, asfixiando el modelo de negocio de pago de ChatGPT y redefiniendo las reglas del juego.